El pasado 8 de noviembre Antonio García Barbeito publicó en su columna de ABC este texto sobre Condición del extraño de Efi Cubero.
Lo reproducimos a continuación.
Otoño
Por
aquí, desde hace unos días, el solano barre el mundo como una escoba de bruja
loca barrería de noche un castillo. Por los pinares que mejor conozco, ya
habrán hurgado las primeras manos bajo la acostada alfilería de la pinaza o en
los bajos del lentisco, a ver si asoma el embudo rojizo de los níscalos. Por
allí y por aquí, las tardes siguen en su paciente labor de orífice, empeñadas
en que todo en las vísperas del ocaso sea un extendido pan de oro. Así que las
noches, aunque se nos vengan pronto como brevas punzadas, tienen el alivio de
joyería con que las despide la tempranura del lubricán.
A
este otoño sevillano que viene a ofrecer sus mejores luces han acudido ojos de
medio mundo para tratar de explicarse la ciudad que ya cautiva a cualquiera con
cualquier luz que se ponga por cima. Viene a recogerlas, como si recogiera
naranjas en su huerto, mi querido Paco Somoza, tan zamoranamente sevillano en
sus preferencias estéticas, para más tarde ir llenando cuadernos con trozos
dibujados de la ciudad que lo enamoró la primera vez que la miró a los ojos de
cualquier luz, aunque sería, supongo, de primavera. Y a esta ciudad ha venido
muchas veces, a meterse en ella, a callejearla por los sitios donde no todos
los pies saben andar, una amiga poeta que, sin que nadie lo note, como si fuera
una descuidera de luces, se mete en los bolsillos de un poema diez puñados de
esquinas, de torres, de río, de silencios, de luces, de conventos… Viene de
allí de donde viene a veces otro poeta, santo y seña de esta casa de ABC,
Santiago Castelo. Los dos son de Granja de Torrehermosa, extremeños que un día
hicieron las maletas y echaron en ellas un equipaje de cuartillas donde habrían
de escribir cuanto vivieran. Efi Cubero viene de esa vieja amistad con Castelo,
aunque de más arriba, cerca del mar, de la Cataluña que en aquellos años era,
por la necesidad del país, cuasi un cuartel de reclutamiento de quienes en los
pueblos no sabían ya qué portillo abrir para llegar a las talegas del pan. Hoy
viene Efi con sus versos –acierto de La Isla de Siltolá- a meterse en Sevilla y
a dejarle a Sevilla parte de su equipaje en ese libro, “Condición del extraño”,
que nos resulta propio. Oigo sin esfuerzo el seseo de Castelo y oigo, junto a
él, el seseo de Efi. Extremadura honda en la poética Sevilla. Y me quedo, no sé
por qué –o sí lo sé-, junto a unos versos de Cubero: “Esta pasión de madurez de
ahora…” Bienvenida a una pasión hermana, querida Efi. Por este otoño nuestro,
qué hermoso compartir contigo “…este sfumatto de melancolía / que atraviesa el
silencio de la aurora.”
Antonio García Barbeito